viernes, 8 de julio de 2011

Sucede.

En el colegio, no puedes esperar a graduarte para entrar a la Universidad y "ser grande". En la Universidad disfrutas los primeros años, pero al acercarte al final de la carrera deseas graduarte para empezar a trabajar.

Pero en el trabajo... te suceden tantas cosas que no sabes qué desear. El trabajo es, muchas veces, como una tragedia: en momentos de crisis puede sacar lo mejor y lo peor de tí al mismo tiempo. En publicidad SIEMPRE es un momento de crisis.

Escogí una profesión que no sabía por qué, pero me apasionaba. Solía (y suelo ser todavía aunque en menor medida) de esas personas que no hace zapping durante comerciales, que revisa hoja por hoja una revista, que va por la calle mirando no el paisaje sino las vallas y que comenta TODO lo que ve.

Sin embargo, acepto que la publicidad es una profesión netamente artística en la que el esfuerzo no se vé reflejado en números sino en la subjetividad de la percepción del público. Es decir, el publicista trabaja "por amor al arte, aunque mal pague".

Hoy, cuando me quedan cuatro semanas de trabajo en publicidad (por los momentos), me doy cuenta de que a pesar de los gritos y malos tratos del Cliente, de los momentos de tensión con los Creativos, y de los problemas de estrategia con los jefes, he aprendido a amar este negocio a lo mujer sufrida: mátame pero no me dejes. Sí, eso sucede.

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